miércoles, 27 de diciembre de 2017

Capital Humano y Administración de la Diversidad en las Organizaciones

Corresponde señalar en primer término que la diversidad es una realidad social además de un desafío para la gestión de las organizaciones con o sin fines de lucro, independientemente de su tamaño y su localización. Así planteado, paulatinamente la legislación de los diversos países va a requerir que las empresas tengan en cuenta alguna de estas diferencias presentes en su capital humano, a través de las políticas sociales, económicas y laborales. Este aspecto ha tomado suma importancia en la actualidad y cada vez con más fuerza, atento la internacionalización de los flujos de capital y los mercados.

A modo de ejemplo de la importancia del tema puesto a análisis, puede citarse que ya a partir del año 2000, la Unión Europea había reconocido distintas categorías sociales que necesitarían de una protección especial (por el género, la raza, la religión, creencias, la discapacidad, la edad y la orientación sexual), debiendo los estados miembros actualizar su normativa nacional de manera de asegurar la no discriminación de las personas en el trabajo, en los mercados de productos y de servicios, como así también en el acceso a los servicios públicos y a las actividades sociales en la comunidad.

Es en base a lo señalado, que surge el concepto de administración o gestión de la diversidad, como un compromiso corporativo (de parte de las organizaciones), que va a representar una estrategia de tipo integral, basada en la creación y sustentabilidad de un capital laboral (humano) con perfiles diversos en la organización, con el objeto definido de atraer, incluir, retener y potenciar a personas de capacidades diversas. Este capital humano va a aportar fundamentalmente innovación y nuevas opciones, como también distintos puntos de vista y otras soluciones, además de aportar conocimiento de las diversidades culturales y económicas de los mercados.

En un mundo empresarial que ha comenzado a incorporar conceptos como responsabilidad social y sustentabilidad, los conceptos económicos, sociales y ambientales han comenzado a considerarse conjuntamente, como así también los impactos que las acciones de las organizaciones generan en el entorno y en la comunidad. En este punto, tener en cuenta las diversidades existentes dentro y fuera de la organización, redundará en impactos positivos en la sociedad y tendrá beneficios en la sustentabilidad empresaria.

Es así que administrar la diversidad, sin duda alguna colaborará asimismo en el diseño de un proceso de trasformación de una organización para evitar su obsolescencia y mantener una posición competitiva de liderazgo y altos niveles de reputación, creando un clima interno que coincida con la diversidad del entorno externo a la organización y fomentando un ambiente que optimice la eficacia del proceso de las organizaciones a través de la inclusión de todas las personas. Asimismo, propiciará la innovación mediante mecanismos que dinamicen la interacción entre personas, las cuales tendrán diferentes visiones, historias, culturas, orígenes y competencias, la creación y actualización de productos y servicios que van a atender nuevas necesidades e incorporará, reconocerá y fidelizará a clientes con perfiles más diversos.

También resulta relevante la interacción con proveedores de diferentes regiones y culturas para incrementar la eficacia de los suministros, el diseño de sistemas y procesos que optimicen los recursos financieros y tecnológicos de la organización en busca de mejorar sus resultados, creación de una cultura (ethos organizacional) que haga coincidir los valores corporativos con las prioridades y necesidades de sus empleados y ofrecer programas que contribuyan a la satisfacción de sus empleados y al desarrollo de su vida profesional, familiar y personal.

En este punto es importante resaltar que toda práctica discriminatoria es una práctica violenta, debiéndose diferenciar en primer lugar lo que se señala como práctica social discriminatoria, que va a estar representada por el hostigamiento, por el maltrato, la agresión y la segregación o marginación ya sea hacia determinada persona o a un grupo de personas, en virtud de determinados atributos de tipo personal, valorados a nivel social como negativos o inferiores. La discriminación propiamente dicha por otra parte, va a estar formada por la creación y por la difusión de estereotipos y en este caso, el hostigamiento, el maltrato, la agresión y la segregación se plantea sobre la base de estos estereotipos. Cabe puntualizar entonces que prácticas sociales discriminatorias son aquellas que se basan en estereotipos que van a ser creados y difundidos en un marco cultural, por parte de un sector hacia un grupo o grupos, por la existencia de un paradigma al que deberían asimilarse las personas, implicando esta situación que aquellos que  no tienen los atributos señalados son considerados diferentes.

Como se ha manifestado en varias oportunidades, el trabajo representa un derecho que va a permitir el ejercicio de otros derechos, además de representar una guía de los comportamientos morales y de la vida social, comunitaria y familiar, que va a dotar entre otros aspectos de identidad y pertenencia de la persona, mejorar la calidad de vida y el bienestar del trabajador y su familia. Desde esta perspectiva, discriminación laboral va a ser aquel trato diferenciado y menos favorable que se lleve a cabo por motivos arbitrarios vinculados a prejuicios y que van a resultar ajenos a la capacidad y la formación de la persona, que va a dificultar el acceso, la permanencia, la capacitación y el desarrollo en el mercado laboral  y en el lugar de trabajo.

Cuando hablamos de administrar la diversidad, se entiende a esta como la existencia de diferentes características (espirituales, materiales, intelectuales o afectivas) propias de los seres humanos, que van a caracterizar a un grupo (social) y sus modos de vida, de interrelacionarse, de comunicarse, sus sistemas morales y de valores y de creencias. La diversidad va a implicar que las diferencias entre las personas; hacen a una construcción colectiva que va a enriquecer a los grupos y a la sociedad en su conjunto.  Un aspecto particular de la diversidad es la diversidad cultural, que se va a referir principalmente a la convivencia e interacción entre distintas culturas, diferencias culturales (hábitos, costumbres, normas, lenguas, etc.), así también como al respeto y la valoración de las identidades culturales (comunidades, colectividades, etnias, credos, etc.). Lo expuesto, requerirá reconocer el aporte de las diferentes culturas a la sociedad, fomentando el diálogo y reconociendo la existencia de diferencias. Los estados, como garantes de los derechos humanos, deberán promover entonces la existencia de las culturas que tiene menos poder y sean más vulnerables, resguardando y fomentando la convivencia respetuosa, como también las organizaciones deberían reflejar esa realidad social.

Existen por su parte, diversos principios básicos en los cuales se parte de la base de que la humanidad es diversa y que a su vez, representa una estrategia institucional que busca generar un entorno de trabajo enriquecedor para las partes involucradas. Así, al contemplar las diversidades que componen una sociedad, van a incorporarse nuevas miradas, lo que redundará en el crecimiento para la organización en su conjunto. Por su parte debe destacarse que la diversidad es un elemento positivo, poniendo de resalto las diferencias y las similitudes que van a aportar al potencial de la empresa, creando capital social y valor agregado. Por supuesto que administrar la diversidad no va a favorecer a un grupo frente a otros, sino que pretende desarticular determinados estereotipos y ponerse a trabajar con las personas desde sus potencialidades y particularidades, brindando posibilidades de crecimiento y desarrollo.

Un punto importante a destacar, es el hecho que los programas de diversidad no deben estar dirigidos exclusivamente a un área de la empresa determinada o a un grupo o colectivo concreto de empleados o empleadas, sino que deben dirigirse a toda la empresa para que todas las personas trabajadoras puedan tener acceso a ellas y disfrutar de sus beneficios (es decir que exista transversalidad). Es así que debe estar contemplado en el core de las organizaciones, adoptándola además como una ventaja competitiva. En este aspecto, debe tenerse en cuenta principalmente el elaborar un plan adaptado a la empresa, confeccionar normas internas claras, consensuadas y conocidas por todos los integrantes de la organización, incorporando a la diversidad como uno de los valores de la empresa, identificando por su parte las necesidades de todos los trabajadores para el diseño y elaboración de medidas que tengan en cuenta estas necesidades, aplicando principios de igualdad de oportunidades y trato en los recursos humanos. Sin lugar a dudas, para poder implementar este proceso y generar el cambio de la cultura de la organización (ethos organizacional), va a tener que modificarse determinadas actitudes sociales que a través de una visión parcializada se centran en la discapacidad.

Lo expuesto, ha generado un proceso de evolución de la noción de discapacidad que ha cambiado desde un modelo de la prescindencia del recurso, pasando por una visión médico o rehabilitadora hasta arribar a un modelo social en donde las personas con discapacidad son sujetos de derecho. Esta discapacidad, se definió asimismo como la ecuación representada por la funcionalidad por el ambiente, en donde funcionalidad representa la posibilidad de un individuo para desempeñar su rol en el contexto social y ambiente son los factores contextuales con que se enfrenta una persona en lo cotidiano (Cuadro presentado en el Taller de Alianzas para el Desarrollo Inclusivo. Banco Mundial. Nicaragua 2005). Por último, conviene destacar lo expuesto por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, artículo 27, sobre el trabajo y el empleo: Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a trabajar, en igualdad de condiciones con las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con discapacidad. Los Estados Partes salvaguardarán y promoverán el ejercicio del derecho al trabajo, incluso para las personas que adquieran una discapacidad durante el empleo, adoptando medidas pertinentes, incluida la promulgación de legislación”.

Para terminar, es importante resaltar que administrar la diversidad es una cuestión fundamentalmente ética y moral. Esto es así, porque los valores morales y dentro de ellos el respeto, desaparecen al dejar de existir el “otro”, ya que estos valores morales (y la persona) van a existir a partir del reconocimiento de ese otro.

Bibliografía consultada: Página web Instituto Europeo para la Gestión de la Diversidad, Forética Argentina – Gestión de la Diversidad – Cuadernos, La falta de respeto. Sergio Sinay. Ed. Capital Intelectual, Taller de Alianzas para el Desarrollo Inclusivo. Banco Mundial. Nicaragua 2005.

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Juan Manuel Sánchez

Capital Humano y Administración de la Diversidad en las Organizaciones

Corresponde señalar en primer término que la diversidad es una realidad social además de un desafío para la gestión de las organizaciones con o sin fines de lucro, independientemente de su tamaño y su localización. Así planteado, paulatinamente la legislación de los diversos países va a requerir que las empresas tengan en cuenta alguna de estas diferencias presentes en su capital humano, a través de las políticas sociales, económicas y laborales. Este aspecto ha tomado suma importancia en la actualidad y cada vez con más fuerza, atento la internacionalización de los flujos de capital y los mercados.

A modo de ejemplo de la importancia del tema puesto a análisis, puede citarse que ya a partir del año 2000, la Unión Europea había reconocido distintas categorías sociales que necesitarían de una protección especial (por el género, la raza, la religión, creencias, la discapacidad, la edad y la orientación sexual), debiendo los estados miembros actualizar su normativa nacional de manera de asegurar la no discriminación de las personas en el trabajo, en los mercados de productos y de servicios, como así también en el acceso a los servicios públicos y a las actividades sociales en la comunidad.

Es en base a lo señalado, que surge el concepto de administración o gestión de la diversidad, como un compromiso corporativo (de parte de las organizaciones), que va a representar una estrategia de tipo integral, basada en la creación y sustentabilidad de un capital laboral (humano) con perfiles diversos en la organización, con el objeto definido de atraer, incluir, retener y potenciar a personas de capacidades diversas. Este capital humano va a aportar fundamentalmente innovación y nuevas opciones, como también distintos puntos de vista y otras soluciones, además de aportar conocimiento de las diversidades culturales y económicas de los mercados.

En un mundo empresarial que ha comenzado a incorporar conceptos como responsabilidad social y sustentabilidad, los conceptos económicos, sociales y ambientales han comenzado a considerarse conjuntamente, como así también los impactos que las acciones de las organizaciones generan en el entorno y en la comunidad. En este punto, tener en cuenta las diversidades existentes dentro y fuera de la organización, redundará en impactos positivos en la sociedad y tendrá beneficios en la sustentabilidad empresaria.

Es así que administrar la diversidad, sin duda alguna colaborará asimismo en el diseño de un proceso de trasformación de una organización para evitar su obsolescencia y mantener una posición competitiva de liderazgo y altos niveles de reputación, creando un clima interno que coincida con la diversidad del entorno externo a la organización y fomentando un ambiente que optimice la eficacia del proceso de las organizaciones a través de la inclusión de todas las personas. Asimismo, propiciará la innovación mediante mecanismos que dinamicen la interacción entre personas, las cuales tendrán diferentes visiones, historias, culturas, orígenes y competencias, la creación y actualización de productos y servicios que van a atender nuevas necesidades e incorporará, reconocerá y fidelizará a clientes con perfiles más diversos.

También resulta relevante la interacción con proveedores de diferentes regiones y culturas para incrementar la eficacia de los suministros, el diseño de sistemas y procesos que optimicen los recursos financieros y tecnológicos de la organización en busca de mejorar sus resultados, creación de una cultura (ethos organizacional) que haga coincidir los valores corporativos con las prioridades y necesidades de sus empleados y ofrecer programas que contribuyan a la satisfacción de sus empleados y al desarrollo de su vida profesional, familiar y personal.

En este punto es importante resaltar que toda práctica discriminatoria es una práctica violenta, debiéndose diferenciar en primer lugar lo que se señala como práctica social discriminatoria, que va a estar representada por el hostigamiento, por el maltrato, la agresión y la segregación o marginación ya sea hacia determinada persona o a un grupo de personas, en virtud de determinados atributos de tipo personal, valorados a nivel social como negativos o inferiores. La discriminación propiamente dicha por otra parte, va a estar formada por la creación y por la difusión de estereotipos y en este caso, el hostigamiento, el maltrato, la agresión y la segregación se plantea sobre la base de estos estereotipos. Cabe puntualizar entonces que prácticas sociales discriminatorias son aquellas que se basan en estereotipos que van a ser creados y difundidos en un marco cultural, por parte de un sector hacia un grupo o grupos, por la existencia de un paradigma al que deberían asimilarse las personas, implicando esta situación que aquellos que  no tienen los atributos señalados son considerados diferentes.

Como se ha manifestado en varias oportunidades, el trabajo representa un derecho que va a permitir el ejercicio de otros derechos, además de representar una guía de los comportamientos morales y de la vida social, comunitaria y familiar, que va a dotar entre otros aspectos de identidad y pertenencia de la persona, mejorar la calidad de vida y el bienestar del trabajador y su familia. Desde esta perspectiva, discriminación laboral va a ser aquel trato diferenciado y menos favorable que se lleve a cabo por motivos arbitrarios vinculados a prejuicios y que van a resultar ajenos a la capacidad y la formación de la persona, que va a dificultar el acceso, la permanencia, la capacitación y el desarrollo en el mercado laboral  y en el lugar de trabajo.

Cuando hablamos de administrar la diversidad, se entiende a esta como la existencia de diferentes características (espirituales, materiales, intelectuales o afectivas) propias de los seres humanos, que van a caracterizar a un grupo (social) y sus modos de vida, de interrelacionarse, de comunicarse, sus sistemas morales y de valores y de creencias. La diversidad va a implicar que las diferencias entre las personas; hacen a una construcción colectiva que va a enriquecer a los grupos y a la sociedad en su conjunto.  Un aspecto particular de la diversidad es la diversidad cultural, que se va a referir principalmente a la convivencia e interacción entre distintas culturas, diferencias culturales (hábitos, costumbres, normas, lenguas, etc.), así también como al respeto y la valoración de las identidades culturales (comunidades, colectividades, etnias, credos, etc.). Lo expuesto, requerirá reconocer el aporte de las diferentes culturas a la sociedad, fomentando el diálogo y reconociendo la existencia de diferencias. Los estados, como garantes de los derechos humanos, deberán promover entonces la existencia de las culturas que tiene menos poder y sean más vulnerables, resguardando y fomentando la convivencia respetuosa, como también las organizaciones deberían reflejar esa realidad social.

Existen por su parte, diversos principios básicos en los cuales se parte de la base de que la humanidad es diversa y que a su vez, representa una estrategia institucional que busca generar un entorno de trabajo enriquecedor para las partes involucradas. Así, al contemplar las diversidades que componen una sociedad, van a incorporarse nuevas miradas, lo que redundará en el crecimiento para la organización en su conjunto. Por su parte debe destacarse que la diversidad es un elemento positivo, poniendo de resalto las diferencias y las similitudes que van a aportar al potencial de la empresa, creando capital social y valor agregado. Por supuesto que administrar la diversidad no va a favorecer a un grupo frente a otros, sino que pretende desarticular determinados estereotipos y ponerse a trabajar con las personas desde sus potencialidades y particularidades, brindando posibilidades de crecimiento y desarrollo.

Un punto importante a destacar, es el hecho que los programas de diversidad no deben estar dirigidos exclusivamente a un área de la empresa determinada o a un grupo o colectivo concreto de empleados o empleadas, sino que deben dirigirse a toda la empresa para que todas las personas trabajadoras puedan tener acceso a ellas y disfrutar de sus beneficios (es decir que exista transversalidad). Es así que debe estar contemplado en el core de las organizaciones, adoptándola además como una ventaja competitiva. En este aspecto, debe tenerse en cuenta principalmente el elaborar un plan adaptado a la empresa, confeccionar normas internas claras, consensuadas y conocidas por todos los integrantes de la organización, incorporando a la diversidad como uno de los valores de la empresa, identificando por su parte las necesidades de todos los trabajadores para el diseño y elaboración de medidas que tengan en cuenta estas necesidades, aplicando principios de igualdad de oportunidades y trato en los recursos humanos. Sin lugar a dudas, para poder implementar este proceso y generar el cambio de la cultura de la organización (ethos organizacional), va a tener que modificarse determinadas actitudes sociales que a través de una visión parcializada se centran en la discapacidad.

Lo expuesto, ha generado un proceso de evolución de la noción de discapacidad que ha cambiado desde un modelo de la prescindencia del recurso, pasando por una visión médico o rehabilitadora hasta arribar a un modelo social en donde las personas con discapacidad son sujetos de derecho. Esta discapacidad, se definió asimismo como la ecuación representada por la funcionalidad por el ambiente, en donde funcionalidad representa la posibilidad de un individuo para desempeñar su rol en el contexto social y ambiente son los factores contextuales con que se enfrenta una persona en lo cotidiano (Cuadro presentado en el Taller de Alianzas para el Desarrollo Inclusivo. Banco Mundial. Nicaragua 2005). Por último, conviene destacar lo expuesto por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, artículo 27, sobre el trabajo y el empleo: Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a trabajar, en igualdad de condiciones con las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con discapacidad. Los Estados Partes salvaguardarán y promoverán el ejercicio del derecho al trabajo, incluso para las personas que adquieran una discapacidad durante el empleo, adoptando medidas pertinentes, incluida la promulgación de legislación”.

Para terminar, es importante resaltar que administrar la diversidad es una cuestión fundamentalmente ética y moral. Esto es así, porque los valores morales y dentro de ellos el respeto, desaparecen al dejar de existir el “otro”, ya que estos valores morales (y la persona) van a existir a partir del reconocimiento de ese otro.

Bibliografía consultada: Página web Instituto Europeo para la Gestión de la Diversidad, Forética Argentina – Gestión de la Diversidad – Cuadernos, La falta de respeto. Sergio Sinay. Ed. Capital Intelectual, Taller de Alianzas para el Desarrollo Inclusivo. Banco Mundial. Nicaragua 2005.

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Juan Manuel Sánchez

Importancia de las neurociencias y el comportamiento. Ensayo

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Félix Cruz Robles

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Félix Cruz Robles

Análisis del crédito comercial en Paraguay

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Angel Ramón Peña Cardozo

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Angel Ramón Peña Cardozo

domingo, 24 de diciembre de 2017

Neuro-ética en la realidad social. Ensayo

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Nestor Balderas Pérez

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Nestor Balderas Pérez

Reflexiones sobre la “Crítica Constructiva”

Integramos una comunidad en la que no hemos sido preparados para dialogar, negociar, forjar entendimientos y hacer apreciaciones inspirados en la genuina intención de recapacitar acerca de realidades que deben corregirse o analizarse. Me refiero a la tolerancia frente a la “Crítica Constructiva ”.

Empecemos aclarando el significado de este vocablo. La Real Academia de la Lengua Española lo define como lo que “se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.” como “examen y juicio”. Este término deriva de la palabra “criterio”.

También, es la función dirigida del intelecto crítico, emitida como opinión formal, fundada y razonada -imperiosamente analítica- con connotación de sentencia cuando se establece una verdad ante un tema u objeto concreto. En el lenguaje cotidiano es la reprobación o censura realizada de algo o alguien.

Entendida como una práctica destinada a examinar y explorar, la “crítica” debe ser común en las personas para poner en controversia sus determinaciones. Esta cualidad fomenta un contenido reflexivo y estimulante al desarrollo integral de los individuos. La mirada “crítica” exhibe una disconformidad que posibilita orientar mejores acciones y la continúa evaluación de los actos. Por lo tanto, es prioritario de llevar acabo en un medio carente de esta facultad.

No temamos, ni rechacemos la “crítica” cuando se diferencia por su magnitud introspectiva y sensatez. Su sano ejercicio hará capaces a los sujetos, en lo personal y grupal, de meditar sobre asuntos que, a simple vista, se asumen como válidos, ciertos y categóricos. No siempre es así. Pues, para enfrentar con éxito las complejidades se requiere tener un alto índice de habilidad juiciosa y reflexión constante.

Se recomienda alimentar la “crítica constructiva” a partir, entre otros elementos, de un proceso formativo que incluya el cuestionamiento positivo en el entorno familiar, social y educativo, y esté orientada ha profundizar los conocimientos y emociones. Aceptar órdenes, instrucciones y mandatos -sin usar el juicio de valor- obstruye el desenvolvimiento de esa extraordinaria posibilidad del ser humano, tan poco aprovechada, de someter a escrutinio las afirmaciones recibidas.

En tal sentido, sugiero aproximarse a la lectura. Una herramienta que subleva y hace al prójimo discrepante, agudo y analítico. Además, compromete la ampliación de nuevas virtudes; ayuda a perfeccionar el lenguaje, mejora la expresión, el vocabulario y la ortografía; incrementa las relaciones humanas y favorece la empatía; facilita la exposición del pensamiento y la capacidad deductiva; activa las funciones mentales agilizando la inteligencia; abre la imaginación y creatividad. Recuerde, la carencia de cultura e ilustración da lugar a conductas mediocres, súbditas y sometidas a mensajes embrutecedores.

Todos los mecanismos que involucren un entrenamiento crítico serán bienvenidos en una colectividad –como la nuestra- indiferente, intelectualmente “parapléjica”, conformista y, además, manipulada por medios de comunicación, políticos, líderes de opinión, contenidos publicitarios, estereotipos y otros componentes que contribuyen a su creciente estancamiento.

Fomentar la “crítica” es una tarea que se nutre, principalmente, del ejemplo de los padres, quienes tienen una influencia explícita para moldear a sus hijos y, por lo tanto, pueden potenciar esta destreza a fin de ayudarlos a “pensar”. La forma como se zanjan los conflictos en el hogar, la empresa y la sociedad, –sin lugar a dudas- muestra la ausencia de la “crítica constructiva”. Por el contrario, las diferencias se resuelven a través de la confrontación, alzando la voz, con imposiciones autoritarias, prepotencias y amenazas, lo que lo evidencia escasa “inteligencia emocional” (la lucidez para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la pericia para manejarlos con sapiencia). El término fue popularizado por Daniel Goleman, en su célebre publicación “Inteligencia emocional” (1995).

De otra parte, es imprescindible establecer ciertos criterios que posibiliten la “crítica constructiva” a fin de afrontar las adversidades cotidianas de manera propicia. Se propone evitar estar molesto o cargado emocionalmente; adoptar un gesto flexible y de servicio; describir el dilema sin emitir juicio de valor; indicar cómo se siente ante el incidente, expresar sus impresiones; y, por último, preguntar cómo puede ayudar.

De modo que, como señala David Fischman en su libro “El espejo del líder”: “Es necesario tomar conciencia de que nosotros mismos tenemos mucho que mejorar. De lo contrario, estaremos escondiendo nuestras propias carencias, destacando y exagerando los defectos de nuestro personal”. Asimismo, es conveniente poseer una aptitud abierta y humilde.

En todo ámbito encontramos situaciones que demandan madurez e inteligencia (entendida como la capacidad para resolver problemas). La dinámica social actual, caracterizada por su alto índice de estrés, exige conocer las implicancias de la “crítica constructiva” para encarar infortunios y entredichos en el largo caminar de la vida. Para concluir, considere las oportunas palabras del escritor español Fernando Sánchez Dragó: “La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio”.

(*) Docente, conferencista, periodista, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

 

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Wilfredo Pérez Ruiz

¿Sabe usted qué es el éxito?

En nuestra sociedad se relaciona el éxito con la conclusión final de notables actuaciones profesionales y, en consecuencia, se tiene la percepción que se debe reflejar en la posesión de bienes materiales, estatus, poder, fama y otros componentes. Por esta razón, conviene desarrollar una noción discrepante.

Es común encontrarnos con personas –de todas las edades, procedencias y condiciones- que trabajan, ahorran y luchan por alcanzarlo. A mi parecer existe la impresión errada que el éxito es lejano, inalcanzable y, por cierto, se socia con el confort y prestigio social. Realmente ¿Sabe usted qué es el éxito?

El próspero magnate mexicano Carlos Slim Helú –uno de los hombres más ricos del mundo- brinda una apreciación interesante, sencilla y diferente: “El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu cochera. No se trata si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces. No se debe a la ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu status social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo”.

Asimismo, en su carta a la comunidad universitaria (1994) presenta una reflexión profunda y veraz: “…El éxito no es hacer bien o muy bien las cosas y tener el reconocimiento de los demás. No es una opinión exterior, es un estado interior. Es la armonía del alma y de sus emociones, que necesita del amor, la familia, la amistad, la autenticidad, la integridad”.

Desde mi punto de vista los halagos, ascensos y distinciones recibidos, a nivel profesional y laboral, no siempre son sinónimo de triunfo. Relacionarlo con lo externo es un error. Su plena obtención se observa en el mundo interior de cada uno de nosotros. En nuestro ser íntimo, espiritual y, por lo tanto, en la actitud asumida frente a la vida.

Me gustan las palabras del intelectual mexicano José Luis Barradas Rodríguez: “Tener éxito en las pequeñas cosas que haces, levanta el ánimo, la autoestima y te prepara para tener éxito en las grandes cosas que hagas”. Allí está el punto central de mi reflexión. La victoria empieza con las realizaciones y conquistas forjadas por la perseverancia y el empeño inspirados en la autoestima.

Depurar la esfera interna de miedos, sospechas, obstinaciones, rencores, complejos y sentimientos negativos que contaminan la visión positiva del mañana y, por lo tanto, nos aminoran. Seamos capaces de efectuar una intensa limpieza interior a fin de alcanzar nuestro desarrollo y crecimiento.

Rehuyamos inquietarnos tanto, como es habitual en sociedades del tercer mundo, por lo externo. Un experto con sobresalientes títulos académicos, buen salario, automóvil del año, cuantiosas tarjetas de crédito, prendas de vestir de última moda, socio de representativos clubs sociales y, no obstante, abrumado por odios, cargos de conciencia, prejuicios, frustraciones, desamores familiares, etc. ¿Será exitoso? Probablemente, quienes no conocen los pormenores de su esfera individual podrían envidiar su “éxito”.

Evitemos colocar este calificativo a un mortal solo por sus méritos laborales y económicos. Veamos por encima de lo relacionado al trabajo para valorar otros ámbitos –no percibimos a simple vista- y enjuiciar lo alcanzado por nuestros semejantes. Seamos acuciosas y profundos en nuestras observaciones. También, tomemos con serenidad lo que puedan hacernos creer sobre nuestros supuestos triunfos.

En más de una oportunidad pienso en su compleja definición. Cada uno tiene, con todo derecho, su evaluación e interpretación que está reflejada en las acciones destinadas a conseguir el éxito. Un hombre puede creer que el éxito es tener un empleo, para otro ser gerente general y para un tercero convertirse en el dueño de la compañía. Lo cuestionable es “uniformizar” necesariamente el éxito con lo superficial, material y monetario, sin tomar en cuenta lo ofrecido por la vida para lograr la superación personal, más allá de la competitividad en el mercado laboral.

Hace pocas semanas dos de mis alumnas del Instituto San Ignacio de Loyola (ISIL), Allinson Liza y Fiorella Larrea –estudiantes llenas de empeños, talentos, esperanzas, buenas voluntades y que alimentan nuestra ilusión en la docencia- me preguntaron: ¿Cuál piensa usted que es el factor para el éxito? Respondí: “Creo que el éxito está en una suma de pequeños detalles. Si la recuerdan cuando se va; si deja una huella positiva en esta vida; si a lo largo de su trayectoria echó semillas y otros las recogieron; si hay más gente que la considera a usted su amiga, que a los que usted supone sus amigos; si logra levantarse todos los días con la conciencia tranquila, exhibiendo las manos y los bolsillos limpios; si tiene paz interna y disfruta de su trabajo, es exitosa. De tal manera que, mi definición difiere de la que, por costumbre, se tiene en nuestro medio”. Bienvenido el éxito, amigo lector.

(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

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Wilfredo Pérez Ruiz

Reflexiones sobre la “Crítica Constructiva”

Integramos una comunidad en la que no hemos sido preparados para dialogar, negociar, forjar entendimientos y hacer apreciaciones inspirados en la genuina intención de recapacitar acerca de realidades que deben corregirse o analizarse. Me refiero a la tolerancia frente a la “Crítica Constructiva ”.

Empecemos aclarando el significado de este vocablo. La Real Academia de la Lengua Española lo define como lo que “se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.” como “examen y juicio”. Este término deriva de la palabra “criterio”.

También, es la función dirigida del intelecto crítico, emitida como opinión formal, fundada y razonada -imperiosamente analítica- con connotación de sentencia cuando se establece una verdad ante un tema u objeto concreto. En el lenguaje cotidiano es la reprobación o censura realizada de algo o alguien.

Entendida como una práctica destinada a examinar y explorar, la “crítica” debe ser común en las personas para poner en controversia sus determinaciones. Esta cualidad fomenta un contenido reflexivo y estimulante al desarrollo integral de los individuos. La mirada “crítica” exhibe una disconformidad que posibilita orientar mejores acciones y la continúa evaluación de los actos. Por lo tanto, es prioritario de llevar acabo en un medio carente de esta facultad.

No temamos, ni rechacemos la “crítica” cuando se diferencia por su magnitud introspectiva y sensatez. Su sano ejercicio hará capaces a los sujetos, en lo personal y grupal, de meditar sobre asuntos que, a simple vista, se asumen como válidos, ciertos y categóricos. No siempre es así. Pues, para enfrentar con éxito las complejidades se requiere tener un alto índice de habilidad juiciosa y reflexión constante.

Se recomienda alimentar la “crítica constructiva” a partir, entre otros elementos, de un proceso formativo que incluya el cuestionamiento positivo en el entorno familiar, social y educativo, y esté orientada ha profundizar los conocimientos y emociones. Aceptar órdenes, instrucciones y mandatos -sin usar el juicio de valor- obstruye el desenvolvimiento de esa extraordinaria posibilidad del ser humano, tan poco aprovechada, de someter a escrutinio las afirmaciones recibidas.

En tal sentido, sugiero aproximarse a la lectura. Una herramienta que subleva y hace al prójimo discrepante, agudo y analítico. Además, compromete la ampliación de nuevas virtudes; ayuda a perfeccionar el lenguaje, mejora la expresión, el vocabulario y la ortografía; incrementa las relaciones humanas y favorece la empatía; facilita la exposición del pensamiento y la capacidad deductiva; activa las funciones mentales agilizando la inteligencia; abre la imaginación y creatividad. Recuerde, la carencia de cultura e ilustración da lugar a conductas mediocres, súbditas y sometidas a mensajes embrutecedores.

Todos los mecanismos que involucren un entrenamiento crítico serán bienvenidos en una colectividad –como la nuestra- indiferente, intelectualmente “parapléjica”, conformista y, además, manipulada por medios de comunicación, políticos, líderes de opinión, contenidos publicitarios, estereotipos y otros componentes que contribuyen a su creciente estancamiento.

Fomentar la “crítica” es una tarea que se nutre, principalmente, del ejemplo de los padres, quienes tienen una influencia explícita para moldear a sus hijos y, por lo tanto, pueden potenciar esta destreza a fin de ayudarlos a “pensar”. La forma como se zanjan los conflictos en el hogar, la empresa y la sociedad, –sin lugar a dudas- muestra la ausencia de la “crítica constructiva”. Por el contrario, las diferencias se resuelven a través de la confrontación, alzando la voz, con imposiciones autoritarias, prepotencias y amenazas, lo que lo evidencia escasa “inteligencia emocional” (la lucidez para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la pericia para manejarlos con sapiencia). El término fue popularizado por Daniel Goleman, en su célebre publicación “Inteligencia emocional” (1995).

De otra parte, es imprescindible establecer ciertos criterios que posibiliten la “crítica constructiva” a fin de afrontar las adversidades cotidianas de manera propicia. Se propone evitar estar molesto o cargado emocionalmente; adoptar un gesto flexible y de servicio; describir el dilema sin emitir juicio de valor; indicar cómo se siente ante el incidente, expresar sus impresiones; y, por último, preguntar cómo puede ayudar.

De modo que, como señala David Fischman en su libro “El espejo del líder”: “Es necesario tomar conciencia de que nosotros mismos tenemos mucho que mejorar. De lo contrario, estaremos escondiendo nuestras propias carencias, destacando y exagerando los defectos de nuestro personal”. Asimismo, es conveniente poseer una aptitud abierta y humilde.

En todo ámbito encontramos situaciones que demandan madurez e inteligencia (entendida como la capacidad para resolver problemas). La dinámica social actual, caracterizada por su alto índice de estrés, exige conocer las implicancias de la “crítica constructiva” para encarar infortunios y entredichos en el largo caminar de la vida. Para concluir, considere las oportunas palabras del escritor español Fernando Sánchez Dragó: “La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio”.

(*) Docente, conferencista, periodista, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

 

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Wilfredo Pérez Ruiz

¿Sabe usted qué es el éxito?

En nuestra sociedad se relaciona el éxito con la conclusión final de notables actuaciones profesionales y, en consecuencia, se tiene la percepción que se debe reflejar en la posesión de bienes materiales, estatus, poder, fama y otros componentes. Por esta razón, conviene desarrollar una noción discrepante.

Es común encontrarnos con personas –de todas las edades, procedencias y condiciones- que trabajan, ahorran y luchan por alcanzarlo. A mi parecer existe la impresión errada que el éxito es lejano, inalcanzable y, por cierto, se socia con el confort y prestigio social. Realmente ¿Sabe usted qué es el éxito?

El próspero magnate mexicano Carlos Slim Helú –uno de los hombres más ricos del mundo- brinda una apreciación interesante, sencilla y diferente: “El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu cochera. No se trata si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces. No se debe a la ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu status social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo”.

Asimismo, en su carta a la comunidad universitaria (1994) presenta una reflexión profunda y veraz: “…El éxito no es hacer bien o muy bien las cosas y tener el reconocimiento de los demás. No es una opinión exterior, es un estado interior. Es la armonía del alma y de sus emociones, que necesita del amor, la familia, la amistad, la autenticidad, la integridad”.

Desde mi punto de vista los halagos, ascensos y distinciones recibidos, a nivel profesional y laboral, no siempre son sinónimo de triunfo. Relacionarlo con lo externo es un error. Su plena obtención se observa en el mundo interior de cada uno de nosotros. En nuestro ser íntimo, espiritual y, por lo tanto, en la actitud asumida frente a la vida.

Me gustan las palabras del intelectual mexicano José Luis Barradas Rodríguez: “Tener éxito en las pequeñas cosas que haces, levanta el ánimo, la autoestima y te prepara para tener éxito en las grandes cosas que hagas”. Allí está el punto central de mi reflexión. La victoria empieza con las realizaciones y conquistas forjadas por la perseverancia y el empeño inspirados en la autoestima.

Depurar la esfera interna de miedos, sospechas, obstinaciones, rencores, complejos y sentimientos negativos que contaminan la visión positiva del mañana y, por lo tanto, nos aminoran. Seamos capaces de efectuar una intensa limpieza interior a fin de alcanzar nuestro desarrollo y crecimiento.

Rehuyamos inquietarnos tanto, como es habitual en sociedades del tercer mundo, por lo externo. Un experto con sobresalientes títulos académicos, buen salario, automóvil del año, cuantiosas tarjetas de crédito, prendas de vestir de última moda, socio de representativos clubs sociales y, no obstante, abrumado por odios, cargos de conciencia, prejuicios, frustraciones, desamores familiares, etc. ¿Será exitoso? Probablemente, quienes no conocen los pormenores de su esfera individual podrían envidiar su “éxito”.

Evitemos colocar este calificativo a un mortal solo por sus méritos laborales y económicos. Veamos por encima de lo relacionado al trabajo para valorar otros ámbitos –no percibimos a simple vista- y enjuiciar lo alcanzado por nuestros semejantes. Seamos acuciosas y profundos en nuestras observaciones. También, tomemos con serenidad lo que puedan hacernos creer sobre nuestros supuestos triunfos.

En más de una oportunidad pienso en su compleja definición. Cada uno tiene, con todo derecho, su evaluación e interpretación que está reflejada en las acciones destinadas a conseguir el éxito. Un hombre puede creer que el éxito es tener un empleo, para otro ser gerente general y para un tercero convertirse en el dueño de la compañía. Lo cuestionable es “uniformizar” necesariamente el éxito con lo superficial, material y monetario, sin tomar en cuenta lo ofrecido por la vida para lograr la superación personal, más allá de la competitividad en el mercado laboral.

Hace pocas semanas dos de mis alumnas del Instituto San Ignacio de Loyola (ISIL), Allinson Liza y Fiorella Larrea –estudiantes llenas de empeños, talentos, esperanzas, buenas voluntades y que alimentan nuestra ilusión en la docencia- me preguntaron: ¿Cuál piensa usted que es el factor para el éxito? Respondí: “Creo que el éxito está en una suma de pequeños detalles. Si la recuerdan cuando se va; si deja una huella positiva en esta vida; si a lo largo de su trayectoria echó semillas y otros las recogieron; si hay más gente que la considera a usted su amiga, que a los que usted supone sus amigos; si logra levantarse todos los días con la conciencia tranquila, exhibiendo las manos y los bolsillos limpios; si tiene paz interna y disfruta de su trabajo, es exitosa. De tal manera que, mi definición difiere de la que, por costumbre, se tiene en nuestro medio”. Bienvenido el éxito, amigo lector.

(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

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Wilfredo Pérez Ruiz

sábado, 23 de diciembre de 2017

Las Inteligencias Múltiples

Hacía 1983 el renombrado profesor, investigador y psicólogo norteamericano Howard Gardner -graduado con un doctorado en Educación en la Universidad de Harvard- propuso la reveladora Teoría de las Inteligencias Múltiples que lo hizo merecer del premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (España, 2011).

En su planteamiento -motivo de estudio y debate hasta nuestros días- Gardner define la inteligencia como la “capacidad mental de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”. Asimismo, la determina como una habilidad. Hasta hace poco tiempo se creía congénita: se nacía inteligente o no, y la enseñanza no podía cambiar ese hecho. Tanto es así, que a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era inútil, cuando en realidad existe la parte innata como la adquirida.

Esta hipótesis afirma que tenemos varias capacidades mentales, concretamente: la lógico-matemática, la espacial, la lingüística, la musical, la corporal, la interpersonal y la intrapersonal. Por lo tanto, cuando medimos la inteligencia se sugiere hacerlo basándonos en todas ellas y no sólo en unas cuantas como sucede en el test de coeficiente intelectual aplicado en la etapa escolar que, únicamente, estima las aptitudes matemáticas y lingüísticas. De allí que, sus resultados eluden reflejar la dimensión completa del talento de una persona.

Tengamos presente que la inteligencia está formada por diversas variables como la atención, la observación, la memoria, el aprendizaje y las habilidades sociales. En tal sentido, es la pericia de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para solucionar contrariedades. El rendimiento obtenido en nuestras actividades diarias depende de la diligencia prestada y de nuestras cualidades de concentración.

Desde mi perspectiva, existen tres inteligencias de vital trascendencia, utilidad y beneficio, cuyas implicancias van más allá del quehacer laboral y tienen una connotación influyente en cualquiera de los ámbitos en donde nos desenvolvemos: Lingüística, Interpersonal e Intrapersonal. Constituyen pilares fundamentales en el crecimiento integral del ser humano. Hablemos un poco de cada una de ellas.

La Inteligencia Lingüística ofrece la posibilidad de platicar y redactar eficazmente. El don del lenguaje es universal y su desarrollo en los niños es similar en todas las culturas. Incluso en el caso de personas sordas a las que no se les ha enseñado un lenguaje por señas, a menudo inventan uno propio y lo usan espontáneamente.

Su ampliación comprende la virtud de comprender el orden y el significado de las palabras en la lectura, la escritura y al hablar y escuchar. Brinda la oportunidad de saber expresarse en de modo óptimo. Una forma de fomentar su impulso es mediante la práctica intensa de la lectura, la escritura y acceder a la cultura. Esto último es algo venido a menos en nuestra sociedad. Existen hombres y mujeres con altos grados académicos y exhiben acentuadas carencias al comunicarse. Esto lo observo con frecuencia en colegas, alumnos y profesionales de distintas disciplinas.

La Inteligencia Interpersonal se constituye a partir de la capacidad para sentir distinciones entre los demás, en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamento, motivaciones e intenciones. Hace posible advertir los propósitos y deseos ajenos, aunque se hayan ocultado. Permite trabajar con gente, asistir al prójimo para identificar dilemas y promueve la mutua interacción entre los seres humanos.

Finalmente, la Inteligencia Intrapersonal es el conocimiento de los aspectos internos: el acceso a la gama de sentimiento, la disposición de efectuar discriminaciones entre ciertas emociones y recurrir a ellas con el afán de orientar la conducta. Facilita percatarnos de fortalezas, debilidades, inseguridades, prejuicios, complejos y, en consecuencia, ayuda a prever las respuestas generadas por los acontecimientos venideros.

Poseer alto grado de estas dos últimas inteligencias hace al ser humano empático, propone elementos para constituir una buena convivencia social, refuerza una sobresaliente relación colectiva, familiar y laboral y, además, autoriza reconocer sus respuestas afectivas. Faculta enfrentar en mejores condiciones las presiones, adversidades y contrariedades cotidianas. Evitemos subestimar su aporte favorable en el perfil de un profesional con la aspiración de conducir grupos humanos, liderar una organización o coordinar en equipo.

Muchas veces alternamos con individuos poseedores de elevado progreso profesional; sin embargo, tienen precarios estándares de autocontrol, empatía, habilidad social, interacción, tolerancia y pobre noción de su esfera interior. Este desbalance  -habitual en sociedades que rehúyen otorgar a los asuntos emocionales sus reales implicancias en el comportamiento- tiene directa preponderancia en su desempeño en la oficina.

Podemos aseverar que, en síntesis, la confluencia de la Interpersonal e Intrapersonal constituyen la Inteligencia Emocional. Una suerte de inteligencia superior que resalta las cualidades intelectuales, académicas y técnicas de un sujeto y, por lo tanto, brinda eficientes instrumentos para su desenvolvimiento. Por el contrario, su carencia opacará sus destrezas. La infinidad de tensiones que acontecen en la sociedad actual deben inspirarnos a afianzar esta inteligencia con el objetivo de forjar una correlación armónica, civilizada y condescendiente con nuestros semejantes.

Por ejemplo, un trabajador destacado por su rendimiento, entrega y disciplina, entre otros méritos. Sin embargo, tiene dificultades para coexistir con sus compañeros, posee un trato inadecuado con los clientes, muestra imposibilidad para superar situaciones de frustración, prescinde mostrar reacciones empáticas, asume actitudes distantes y defensivas y, además, su proceder negativo menoscaba el clima empresarial. Es obvio que tendrá severas complicaciones para permanecer en el puesto o acceder a una superior colocación.

Involucramos en el discernimiento de estos temas posibilitará aprovechar fortalezas, administrar flaquezas y canalizar con asertividad nuestra reacción ante estímulos externos y contribuir a hacer más saludable nuestra calidad de vida. No evadamos el sabio significado del enunciado del filósofo griego Sócrates: “Conócete a ti mismo y así alcanzarás la verdadera sabiduría”.

(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

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Wilfredo Pérez Ruiz

Las Inteligencias Múltiples

Hacía 1983 el renombrado profesor, investigador y psicólogo norteamericano Howard Gardner -graduado con un doctorado en Educación en la Universidad de Harvard- propuso la reveladora Teoría de las Inteligencias Múltiples que lo hizo merecer del premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (España, 2011).

En su planteamiento -motivo de estudio y debate hasta nuestros días- Gardner define la inteligencia como la “capacidad mental de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”. Asimismo, la determina como una habilidad. Hasta hace poco tiempo se creía congénita: se nacía inteligente o no, y la enseñanza no podía cambiar ese hecho. Tanto es así, que a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era inútil, cuando en realidad existe la parte innata como la adquirida.

Esta hipótesis afirma que tenemos varias capacidades mentales, concretamente: la lógico-matemática, la espacial, la lingüística, la musical, la corporal, la interpersonal y la intrapersonal. Por lo tanto, cuando medimos la inteligencia se sugiere hacerlo basándonos en todas ellas y no sólo en unas cuantas como sucede en el test de coeficiente intelectual aplicado en la etapa escolar que, únicamente, estima las aptitudes matemáticas y lingüísticas. De allí que, sus resultados eluden reflejar la dimensión completa del talento de una persona.

Tengamos presente que la inteligencia está formada por diversas variables como la atención, la observación, la memoria, el aprendizaje y las habilidades sociales. En tal sentido, es la pericia de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para solucionar contrariedades. El rendimiento obtenido en nuestras actividades diarias depende de la diligencia prestada y de nuestras cualidades de concentración.

Desde mi perspectiva, existen tres inteligencias de vital trascendencia, utilidad y beneficio, cuyas implicancias van más allá del quehacer laboral y tienen una connotación influyente en cualquiera de los ámbitos en donde nos desenvolvemos: Lingüística, Interpersonal e Intrapersonal. Constituyen pilares fundamentales en el crecimiento integral del ser humano. Hablemos un poco de cada una de ellas.

La Inteligencia Lingüística ofrece la posibilidad de platicar y redactar eficazmente. El don del lenguaje es universal y su desarrollo en los niños es similar en todas las culturas. Incluso en el caso de personas sordas a las que no se les ha enseñado un lenguaje por señas, a menudo inventan uno propio y lo usan espontáneamente.

Su ampliación comprende la virtud de comprender el orden y el significado de las palabras en la lectura, la escritura y al hablar y escuchar. Brinda la oportunidad de saber expresarse en de modo óptimo. Una forma de fomentar su impulso es mediante la práctica intensa de la lectura, la escritura y acceder a la cultura. Esto último es algo venido a menos en nuestra sociedad. Existen hombres y mujeres con altos grados académicos y exhiben acentuadas carencias al comunicarse. Esto lo observo con frecuencia en colegas, alumnos y profesionales de distintas disciplinas.

La Inteligencia Interpersonal se constituye a partir de la capacidad para sentir distinciones entre los demás, en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamento, motivaciones e intenciones. Hace posible advertir los propósitos y deseos ajenos, aunque se hayan ocultado. Permite trabajar con gente, asistir al prójimo para identificar dilemas y promueve la mutua interacción entre los seres humanos.

Finalmente, la Inteligencia Intrapersonal es el conocimiento de los aspectos internos: el acceso a la gama de sentimiento, la disposición de efectuar discriminaciones entre ciertas emociones y recurrir a ellas con el afán de orientar la conducta. Facilita percatarnos de fortalezas, debilidades, inseguridades, prejuicios, complejos y, en consecuencia, ayuda a prever las respuestas generadas por los acontecimientos venideros.

Poseer alto grado de estas dos últimas inteligencias hace al ser humano empático, propone elementos para constituir una buena convivencia social, refuerza una sobresaliente relación colectiva, familiar y laboral y, además, autoriza reconocer sus respuestas afectivas. Faculta enfrentar en mejores condiciones las presiones, adversidades y contrariedades cotidianas. Evitemos subestimar su aporte favorable en el perfil de un profesional con la aspiración de conducir grupos humanos, liderar una organización o coordinar en equipo.

Muchas veces alternamos con individuos poseedores de elevado progreso profesional; sin embargo, tienen precarios estándares de autocontrol, empatía, habilidad social, interacción, tolerancia y pobre noción de su esfera interior. Este desbalance  -habitual en sociedades que rehúyen otorgar a los asuntos emocionales sus reales implicancias en el comportamiento- tiene directa preponderancia en su desempeño en la oficina.

Podemos aseverar que, en síntesis, la confluencia de la Interpersonal e Intrapersonal constituyen la Inteligencia Emocional. Una suerte de inteligencia superior que resalta las cualidades intelectuales, académicas y técnicas de un sujeto y, por lo tanto, brinda eficientes instrumentos para su desenvolvimiento. Por el contrario, su carencia opacará sus destrezas. La infinidad de tensiones que acontecen en la sociedad actual deben inspirarnos a afianzar esta inteligencia con el objetivo de forjar una correlación armónica, civilizada y condescendiente con nuestros semejantes.

Por ejemplo, un trabajador destacado por su rendimiento, entrega y disciplina, entre otros méritos. Sin embargo, tiene dificultades para coexistir con sus compañeros, posee un trato inadecuado con los clientes, muestra imposibilidad para superar situaciones de frustración, prescinde mostrar reacciones empáticas, asume actitudes distantes y defensivas y, además, su proceder negativo menoscaba el clima empresarial. Es obvio que tendrá severas complicaciones para permanecer en el puesto o acceder a una superior colocación.

Involucramos en el discernimiento de estos temas posibilitará aprovechar fortalezas, administrar flaquezas y canalizar con asertividad nuestra reacción ante estímulos externos y contribuir a hacer más saludable nuestra calidad de vida. No evadamos el sabio significado del enunciado del filósofo griego Sócrates: “Conócete a ti mismo y así alcanzarás la verdadera sabiduría”.

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Wilfredo Pérez Ruiz

Producción, Mercancía y Dinero

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Carlos Javier Prestan Serrano

Producción, Mercancía y Dinero

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Carlos Javier Prestan Serrano

Los Sistemas Económicos. Modelo actual colombiano

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Carlos Javier Prestan Serrano

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Carlos Javier Prestan Serrano

Análisis económico. Una visión para Colombia 2022

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Carlos Javier Prestan Serrano

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Carlos Javier Prestan Serrano

Fuerzas productivas: “de la piedra a la probeta”. Ensayo

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Carlos Javier Prestan Serrano

Fuerzas productivas: “de la piedra a la probeta”. Ensayo

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Carlos Javier Prestan Serrano

Exposición de la idea Materialista Histórica y crítica superficial. Ensayo

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Carlos Javier Prestan Serrano

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Carlos Javier Prestan Serrano

jueves, 21 de diciembre de 2017

Exigencias de salubridad para productos alimenticios envasados en el Perú

Como es de público conocimiento, considerando el difícil contexto económico y geopolítico actual, las economías de todo el mundo vienen siendo afectadas en mayor o menor medida, lo cual afecta directamente el Clima de Negocios en los países, bajo este contexto muchos gobiernos vienen aplicando duras medidas de austeridad, pero al igual que los gobiernos también las empresas se ven afectadas y varias adoptan diversas estrategias defensivas para poder sobrevivir y mantenerse en el mercado, siendo una de ellas la de reducción de costos.

Para efectos de ilustrar una de las medidas de los gobiernos en materia de austeridad y optimización de servicios, que se vienen planteando en diversos países voy a tomar como modelo el caso peruano, en materia optimización de las exigencias de salubridad para productos alimenticios envasados.

Recientemente a raíz de  de la detección de un lote de conservas de caballa enlatada en salsa de tomate infectada con parásitos de procedencia china, los cuales formaban parte de un lote que iba a ser distribuido como parte del programa nacional de alimentación escolar Qali warma, y siendo este caso no el único en el rubro de alimentos envasados que han sido objeto de denuncias por habérseles encontrado en mal estado,  han surgido corrientes de opinión de que los productos nacionales tienen más control que los importados.

Sobre el particular debo expresar que no estoy de acuerdo con este punto de vista dado que los controles para la comercialización de alimentos envasados en el Perú tienen un procedimiento que no difiere mucho para el caso de los productos nacionales como para los importados.

El procedimiento es el siguiente, toda empresa que desee empezar a comercializar alimentos envasados será necesario que obtenga un registro sanitario.

El primer paso para el caso de productos alimenticios envasados no pesqueros, es presentar ante la Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (DIGESA) un expediente de solicitud que deberá contemplar los datos del producto: nombre que refleja su naturaleza, nombre comercial, marca del producto (opcional), vida útil del producto, condición de conservación, número de lote y relación de ingredientes y aditivos.

​Adicionalmente, el expediente deberá ir acompañado de los resultados de análisis microbiológicos, de análisis físico químicos y de análisis bromatológico en casos especiales, como el caso de alimentos para lactantes.

Luego la empresa debe verificar que el rotulado cumpla con las normas peruanas, las cuales exigen que deben tener mínimamente los nombres del producto, los ingredientes, el número de registro sanitario, la fecha de vencimiento, el código de lote o clave, y si hay alguna condición especial de conservación.

La información que sea presentada ante la entidad tendrá el peso de una declaración jurada, DIGESA tiene un plazo según ley para analizar la información que se presenta.

Posteriormente, el representante de la empresa tendrá que obtener otro permiso, llamado Certificado de Validación Técnica del Plan HACCP, que también es emitido por DIGESA.

Por lo expuesto, si aún con estos procedimientos se han detectado o denunciado  problemas como el mencionado, considero pertinente endurecer los procedimientos de análisis de DIGESA para productos alimenticios envasados sean nacionales o importados, como también del ORGANISMO NACIONAL DE SANIDAD PESQUERA – SANIPES para el caso de productos pesqueros nacionales o importados, a efectos de salvaguardar la salud de los consumidores peruanos y así de esta manera no afectar el Clima de Negocios en este importante rubro comercial en el país.

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Martín Taype Molina

Exigencias de salubridad para productos alimenticios envasados en el Perú

Como es de público conocimiento, considerando el difícil contexto económico y geopolítico actual, las economías de todo el mundo vienen siendo afectadas en mayor o menor medida, lo cual afecta directamente el Clima de Negocios en los países, bajo este contexto muchos gobiernos vienen aplicando duras medidas de austeridad, pero al igual que los gobiernos también las empresas se ven afectadas y varias adoptan diversas estrategias defensivas para poder sobrevivir y mantenerse en el mercado, siendo una de ellas la de reducción de costos.

Para efectos de ilustrar una de las medidas de los gobiernos en materia de austeridad y optimización de servicios, que se vienen planteando en diversos países voy a tomar como modelo el caso peruano, en materia optimización de las exigencias de salubridad para productos alimenticios envasados.

Recientemente a raíz de  de la detección de un lote de conservas de caballa enlatada en salsa de tomate infectada con parásitos de procedencia china, los cuales formaban parte de un lote que iba a ser distribuido como parte del programa nacional de alimentación escolar Qali warma, y siendo este caso no el único en el rubro de alimentos envasados que han sido objeto de denuncias por habérseles encontrado en mal estado,  han surgido corrientes de opinión de que los productos nacionales tienen más control que los importados.

Sobre el particular debo expresar que no estoy de acuerdo con este punto de vista dado que los controles para la comercialización de alimentos envasados en el Perú tienen un procedimiento que no difiere mucho para el caso de los productos nacionales como para los importados.

El procedimiento es el siguiente, toda empresa que desee empezar a comercializar alimentos envasados será necesario que obtenga un registro sanitario.

El primer paso para el caso de productos alimenticios envasados no pesqueros, es presentar ante la Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (DIGESA) un expediente de solicitud que deberá contemplar los datos del producto: nombre que refleja su naturaleza, nombre comercial, marca del producto (opcional), vida útil del producto, condición de conservación, número de lote y relación de ingredientes y aditivos.

​Adicionalmente, el expediente deberá ir acompañado de los resultados de análisis microbiológicos, de análisis físico químicos y de análisis bromatológico en casos especiales, como el caso de alimentos para lactantes.

Luego la empresa debe verificar que el rotulado cumpla con las normas peruanas, las cuales exigen que deben tener mínimamente los nombres del producto, los ingredientes, el número de registro sanitario, la fecha de vencimiento, el código de lote o clave, y si hay alguna condición especial de conservación.

La información que sea presentada ante la entidad tendrá el peso de una declaración jurada, DIGESA tiene un plazo según ley para analizar la información que se presenta.

Posteriormente, el representante de la empresa tendrá que obtener otro permiso, llamado Certificado de Validación Técnica del Plan HACCP, que también es emitido por DIGESA.

Por lo expuesto, si aún con estos procedimientos se han detectado o denunciado  problemas como el mencionado, considero pertinente endurecer los procedimientos de análisis de DIGESA para productos alimenticios envasados sean nacionales o importados, como también del ORGANISMO NACIONAL DE SANIDAD PESQUERA – SANIPES para el caso de productos pesqueros nacionales o importados, a efectos de salvaguardar la salud de los consumidores peruanos y así de esta manera no afectar el Clima de Negocios en este importante rubro comercial en el país.

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Martín Taype Molina

lunes, 18 de diciembre de 2017

Subsector financiero en Colombia

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Carlos Javier Prestan Serrano

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Carlos Javier Prestan Serrano

Resumen y conclusiones de la COP23

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Sandor Alejandro Gerendas Kiss

Planeación de Congresos y Eventos en el Siglo XXI

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Jack Fleitman

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Sandor Alejandro Gerendas Kiss

Planeación de Congresos y Eventos en el Siglo XXI

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Jack Fleitman

Los secretos de una Secretaria

La palabra “secretaria” se refiere a alguien que guarda confidencias profesionales, particulares, empresariales, etc. que no deben ser conocidas por nadie. Su nombre original “secretarii” deriva del latín “secretum” y está relacionado con la información reservada que éstos manejaban.

Una secretaria cumple un rol de vital importancia en el quehacer de la empresa, por lo que no solamente se sugiere ostentar conocimientos, capacidades y destrezas que aseguren que su desempeño contribuya al desenvolvimiento de una jornada exitosa en términos funcionales. Su trajín es bastante más que, únicamente, cuestiones administrativas y operativas. Consiste en auxiliar, ofrecer orientación y cooperación en el cometido de la oficina y, por cierto, mantener la discreción como una virtud irrenunciable.

Aparte de su constante actualización y entrenamiento –propias de todo experto competente que aspira ocupar mejores ubicaciones laborales efectuará- una secretaria poseerá satisfactorio manejo de las comunicaciones, agradables modales, aptitudes de cortesía, sólidos principios, seguridad personal y tacto, entre otros favorables elementos de contemplar.

Frieda Holler en su sugestivo libro “Ese dedo meñique en el trabajo” refiere: “…El secretariado convoca temas como las responsabilidades, la moralidad y la ética, y exige además tener presente una serie de aspectos de su vida: ser elegante pero sencilla, simpática pero recatada, moderna pero femenina, comunicativa pero discreta…De hecho, con su labor, eficiente y honesta, usted contribuye al bienestar general e infunde vida y belleza en su oficina”. Nada más acertado y oportuno.

El perfil de una secretaria incluye una adecuada presencia; excelente trato, amable y seria; inmejorable redacción y ortografía; facilidad de expresión verbal y escrita; con habilidad para interactuar en grupos; brillantes relaciones interpersonales, entusiasta y dinámica; potencial para trabajar en equipo y bajo presión, etc. Este es un pequeño listado de factores que se recomienda advertir.

Lo mencionado en el párrafo anterior no lo considere si tiene la intención de contar con una “secretaria” jovencita, de linda figura y sin las más mínimas condiciones académicas. Existen jefes en busca de estas “singulares” secretarias que, fácilmente, ponen al descubierto sus verdaderas intenciones. Usted motivará agudos comentarios a su alrededor, no tenga la menor duda. Recuerde que todo se sabe en una compañía y, por lo tanto, es conveniente que sus funcionarios asuman un comportamiento correcto, ejemplar y decente. Así evitará especulaciones acerca de su proceder.

No restemos trascendencia a la influencia de su óptima apariencia. Su vestimenta será sobria, cabellos recogidos, aretes pequeños, accesorios discretos, conjunto sastre, zapatos cerrados, perfume y maquillaje suave, ropa planchada, entre otras características inherentes a su cargo. Una secretaria de primer nivel no termina de “arreglarse” por las mañanas al llegar a su centro de labores, ni acude con el pelo mojado o luce prendas brillosas, apretadas y atrevidas, entre otras “perlas” que percibo con frecuencia, incluso en entidades educativas. Bien dice una conocida frase: “En casa del herrero, cuchillo de palo”.

Sobre lo reseñado en estas líneas, deseo compartir una reciente experiencia. Concurrí a una institución en donde me recibió una adolescente secretaria con traje escotado que mientras desayunaba, hablaba por teléfono, miraba su correo electrónico y escuchaba salsa. Su despacho parecía un dormitorio infantil (por su improcedente decoración), su computadora estaba adornada con peluches y debajo del vidrio de su escritorio había variedad de fotos y tarjetas postales. Al verme se incomodó, me ofreció rápida atención y siguió disfrutando los alimentos, la plática y el llamativo fondo musical.

En reiteradas ocasiones he observado a secretarias en sus mesas de trabajo comer, masticar chicle, retocarse, realizar llamadas privadas, reírse como en una “peña”, entre otras visibles y censurables deficiencias que se permiten por el “padrinazgo” que poseen con el jefe o dueño de la organización. Un proceder ausente de las elementales pautas propias de su responsabilidad. Pero, estas increíbles anomalías las noto también en empresas de prestigio que, al parecer, no otorgan mayor significado a la imagen de sus colaboradoras.

Por último, un profesional expresa con su actuar un conjunto de valores que lo distinguen. La gestión de una secretaria no está ajena a esta reflexión y, por supuesto, tenga en cuenta el enunciado del célebre filósofo alemán de la Ilustración, Immanuel Kant (1724 – 1804), uno de los pensadores más influyentes y prestigiosos de la Europa moderna: “Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una ley universal”.

(*) Docente, conferencista, periodista, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

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Wilfredo Pérez Ruiz

Los secretos de una Secretaria

La palabra “secretaria” se refiere a alguien que guarda confidencias profesionales, particulares, empresariales, etc. que no deben ser conocidas por nadie. Su nombre original “secretarii” deriva del latín “secretum” y está relacionado con la información reservada que éstos manejaban.

Una secretaria cumple un rol de vital importancia en el quehacer de la empresa, por lo que no solamente se sugiere ostentar conocimientos, capacidades y destrezas que aseguren que su desempeño contribuya al desenvolvimiento de una jornada exitosa en términos funcionales. Su trajín es bastante más que, únicamente, cuestiones administrativas y operativas. Consiste en auxiliar, ofrecer orientación y cooperación en el cometido de la oficina y, por cierto, mantener la discreción como una virtud irrenunciable.

Aparte de su constante actualización y entrenamiento –propias de todo experto competente que aspira ocupar mejores ubicaciones laborales efectuará- una secretaria poseerá satisfactorio manejo de las comunicaciones, agradables modales, aptitudes de cortesía, sólidos principios, seguridad personal y tacto, entre otros favorables elementos de contemplar.

Frieda Holler en su sugestivo libro “Ese dedo meñique en el trabajo” refiere: “…El secretariado convoca temas como las responsabilidades, la moralidad y la ética, y exige además tener presente una serie de aspectos de su vida: ser elegante pero sencilla, simpática pero recatada, moderna pero femenina, comunicativa pero discreta…De hecho, con su labor, eficiente y honesta, usted contribuye al bienestar general e infunde vida y belleza en su oficina”. Nada más acertado y oportuno.

El perfil de una secretaria incluye una adecuada presencia; excelente trato, amable y seria; inmejorable redacción y ortografía; facilidad de expresión verbal y escrita; con habilidad para interactuar en grupos; brillantes relaciones interpersonales, entusiasta y dinámica; potencial para trabajar en equipo y bajo presión, etc. Este es un pequeño listado de factores que se recomienda advertir.

Lo mencionado en el párrafo anterior no lo considere si tiene la intención de contar con una “secretaria” jovencita, de linda figura y sin las más mínimas condiciones académicas. Existen jefes en busca de estas “singulares” secretarias que, fácilmente, ponen al descubierto sus verdaderas intenciones. Usted motivará agudos comentarios a su alrededor, no tenga la menor duda. Recuerde que todo se sabe en una compañía y, por lo tanto, es conveniente que sus funcionarios asuman un comportamiento correcto, ejemplar y decente. Así evitará especulaciones acerca de su proceder.

No restemos trascendencia a la influencia de su óptima apariencia. Su vestimenta será sobria, cabellos recogidos, aretes pequeños, accesorios discretos, conjunto sastre, zapatos cerrados, perfume y maquillaje suave, ropa planchada, entre otras características inherentes a su cargo. Una secretaria de primer nivel no termina de “arreglarse” por las mañanas al llegar a su centro de labores, ni acude con el pelo mojado o luce prendas brillosas, apretadas y atrevidas, entre otras “perlas” que percibo con frecuencia, incluso en entidades educativas. Bien dice una conocida frase: “En casa del herrero, cuchillo de palo”.

Sobre lo reseñado en estas líneas, deseo compartir una reciente experiencia. Concurrí a una institución en donde me recibió una adolescente secretaria con traje escotado que mientras desayunaba, hablaba por teléfono, miraba su correo electrónico y escuchaba salsa. Su despacho parecía un dormitorio infantil (por su improcedente decoración), su computadora estaba adornada con peluches y debajo del vidrio de su escritorio había variedad de fotos y tarjetas postales. Al verme se incomodó, me ofreció rápida atención y siguió disfrutando los alimentos, la plática y el llamativo fondo musical.

En reiteradas ocasiones he observado a secretarias en sus mesas de trabajo comer, masticar chicle, retocarse, realizar llamadas privadas, reírse como en una “peña”, entre otras visibles y censurables deficiencias que se permiten por el “padrinazgo” que poseen con el jefe o dueño de la organización. Un proceder ausente de las elementales pautas propias de su responsabilidad. Pero, estas increíbles anomalías las noto también en empresas de prestigio que, al parecer, no otorgan mayor significado a la imagen de sus colaboradoras.

Por último, un profesional expresa con su actuar un conjunto de valores que lo distinguen. La gestión de una secretaria no está ajena a esta reflexión y, por supuesto, tenga en cuenta el enunciado del célebre filósofo alemán de la Ilustración, Immanuel Kant (1724 – 1804), uno de los pensadores más influyentes y prestigiosos de la Europa moderna: “Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una ley universal”.

(*) Docente, conferencista, periodista, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://ift.tt/2tKnDCH

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Wilfredo Pérez Ruiz